MARTIKO ES FAMILIA
Si hay una palabra que nos define, esa es respeto
Respeto por la tradición, por los que vinieron antes y por los que vendrán después. Por la tierra, la que nos ha visto nacer y la que dejaremos a nuestros hijos. Por la forma de hacer las cosas, la artesana y la que incorpora lo último en tecnología. Respeto por los animales que criamos y, por encima de todo, respeto por nuestros clientes, desde los chefs más reconocidos a los miles de hogares que confían en nosotros. Bienvenidos a nuestra casa, tu casa.
EL ADN DE UNA FAMILIA
Somos una empresa puntera y reconocida, dentro y fuera del sector, dentro y fuera de nuestras fronteras. Pero, antes que nada y por encima de todo, somos los hijos de Peio y Agustina.
Una segunda generación que vio el sacrificio de sus padres, el tesón y la fuerza, la ilusión por el producto y la obsesión por los procesos, por la calidad, por la responsabilidad social incluso cuando aún no se llamaba así. Un camino que se inicia en 1986 y una labor que sus hijos continuamos.
NAVARRA COMO TESTIGO
Un recorrido del que la pequeña localidad de Bera es testigo. Puerta del mágico Baztán, retiro de los Baroja, enclave del viejo Reyno de Navarra que se extendía a ambos lados de los Pirineos, por ella pasaría camino de Bayona el maíz llegado de América y que un día sería pieza clave de la industria del pato.
Apenas han pasado seis años cuando, en 1992, la empresa decide seguir el curso del Bidasoa, los apenas 15 kilómetros que la separan de su desembocadura. Y del Mar Cantábrico al del Norte, embarcándose en la elaboración de pescados ahumados.
Miles de kilómetros de una ruta abierta a base de una combinación de trabajo e innovación que ha logrado que hoy contemos con las instalaciones, la infraestructura y el personal necesario para poder poner al alcance del consumidor, un producto único y de excelente calidad.